viernes, 11 de enero de 2013

En estos tiempos, la vida parece muy complicada.
Sinceramente quiero decir mucho pero a la vez no puedo decir nada. Solo que la vida es demasiado corta y las personas perdemos el tiempo en cosas muy estúpidas. Nos quejamos, nos preocupamos, sufrimos, nos entristecemos, nos estresamos. Cuando en realidad, tendríamos que estar disfrutando del gran que Dios nos dio, que es LA VIDA.
Mientras uno es niño, vive en una burbuja, que son nuestros padres que nos protegen constantemente de este mundo tan cruel y despiadado. Uno no ve, no conoce los problemas que hay fuera de esa burbuja. Un niño se preocupa por completar un álbum de figuritas, ganar una carrera de autitos o vestir a sus muñecas. Para ellos la vida es un juego. Algo que aprecio mucho de los niños es esa valentía y entusiasmo constante por las cosas. Los adultos deberían tomar ese ejemplo y ponerle todas esas ganas a la vida, ese empujón de no rendirse a nada, cuando uno quiere algo, luchar con todas sus fuerzas para tratar de obtenerlo. Debemos tener el entusiasmo de un niño y la madurez de un adulto para afrontar las cosas de la vida.
Todos sabemos que la vida no es perfecta. A cualquiera le gustaría evitar problemas, pero si no sería así; ¿ no seria aburrida vivir una vida sin problemas, es decir, perfecta?
Si de los errores y los problemas  maduramos y crecemos como persona. Algunas veces para bien y otras no tanto. Pero cada cosa que pasa, es por algo. No creo en las casualidades. Son pruebas que tenemos que superar día a día, que nos forman como persona. Nos definimos y descubrimos quienes somos en este mundo.
Así que cuando estemos en situaciones difíciles, no hay que bajar los brazos, confía en Dios que todo lo que hace, es por tu bien. Y haz las cosas con el entusiasmo de un niño. La vida es corta, aprovéchala.

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